miércoles, 6 de agosto de 2014

Por eso estoy aquí


A propósito de la puesta en escena de "Lo que soñé ese día que me quedé dormido debajo del puente" de Antonio Zuñiga, dirigida por José Alberto Gallardo y que se encuentra en temporada en el CCB, teatro El galeón.
Lunes y martes a las 20:00 hrs hasta el 26 de agosto.



POR ESO ESTOY AQUÍ

La vida a demás de ser esa gran red que se teje en torno a los otros, en torno a nuestras relaciones o nuestro compartir, es una conversación eterna con nosotros mismos. Tenemos lenguaje, capturamos el mundo a través de nuestros sentidos, conservamos imágenes, movimientos, o inventamos escenarios del pasado y el futuro que le dan sentido a nuestro pasar. A veces también olvidamos, por sobrevivencia, por economía o para que nuestra conversación (con nosotros mismos) tenga nuevas tesituras, nuevas posibilidades.

Lo que soñé ese día que me quedé dormido debajo del puente
es la conversación que tiene un hombre con ese otro hombre que es adentro, ese hombre que hace silencio y cierra los ojos para espantar su relato interior, un relato que suele surgir de una fisura, cuando la imaginación  -liada con el dolor de la experiencia de vivir- sabotea el cotidiano. Me refiero al cotidiano que prohíbe ciertos estados, ese cotidiano que se incomoda con la tristeza, con la desmesura, ese cotidiano que rechaza al que anda en carne viva, al que habla de más, ríe de más y desea de más...hasta lastimarse.

Debajo de todo eso, que es tanto, así como en la puesta en escena, que es tanto y tantas cosas a la vez, pulsa por salir frente a los ojos de los espectadores, simplemente, una experiencia.

Me aventuro a decir, que esa experiencia, profundamente humana, es la experiencia del dolor, no del sufrimiento, sino del dolor. 
El dolor se experimenta en todos los niveles del vivir, y quiere siempre tomar una forma tangible, por ello es  reflexivo, irreverente y desestructurador. Nos ofende la miseria, la indiferencia, la injusticia cuando nos duele.

Sin embargo, “la luz que se filtra por debajo de la cortina” se parece a la esperanza, en esa luz escondemos ese deseo simple y complejo de ser aceptados, de ser elegidos, de que alguien quiera “seguirnos en el metro”, de que alguien nos tenga en su memoria, de que alguien quiera conservarnos.

A veces estamos solos, en ésta inmensa ciudad de palomas y cucarachas, a veces ese estar solos nos constituye, a veces somos solo gente que hace la fila en el supermercado, pero también a veces alguien nos encuentra, nos mira a los ojos, insiste, nos atraviesa desde el escenario a las butacas...a veces a alguien le brillan los ojos, a veces alguien escribe poemas, por eso, por eso estamos aquí.

Sebastiana


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